martes, 15 de octubre de 2019

CENIZAS

"No suelo dejar por escrito lo que vivo, pero escribo esta carta en parte para no volverme loco y en parte para dejar constancia de lo que pasa en esta casa. Solo espero que la persona que lo lea, no crea que me lo estoy inventando, esto es muy real. Pero empecemos por el principio.
Mi familia y yo nos mudamos a esta casa hace cuatro semanas. Después de años en un trabajo que no paraba de chuparme la vida, por fin había encontrado un trabajo que me permitía vivir apartado de las grandes ciudades. Pude encontrar un pueblo pequeño que necesitaba urgentemente un médico y la verdad, ni me lo pensé, acepté de inmediato, ya que tanto mi mujer como yo pensábamos que la vida en un pueblo pequeño, con aire puro y alejado de las multitudes sería mucho mejor para nuestra hija. 
Pudimos encontrar una casa preciosa en las afueras del pueblo, era grande y bien iluminada, tenía dos pisos y para tres personas que éramos, más bien parecía una mansión que una casa. El propietario nos había comentado que las personas del pueblo eran muy supersticiosas y creían que en esa casa había fantasmas o algo así, le quité importancia ya que no creía en esas cosas y no quería que mi hijita creyera que hay algo mal con la casa, no la queríamos asustar. 
El primer día de llegar al pueblo, nos topamos con unas reacciones incluso exageradas, la gente del pueblo nos saludaba con miedo en los ojos, otros incluso llegaron a gritarnos y decirnos que nos fuéramos. Fueron las primeras dos semanas muy duras, pero al final todo pasó, le quitamos importancia, aceptamos las disculpas y ya.
Pasó un mes, el trabajo marchaba bien, mi mujer estaba feliz e incluso nuestra hija hizo una amiga en el pueblo, todo iba sobre ruedas. 
Un buen día, mientras estábamos todos en el salón con nuestras tareas, vi una sombra fugaz pasar cerca de mi mujer, al principio no le di importancia ya que creía que se trataba de un efecto óptico. Pero cuando se repitió unas cuantas veces más, fui a ver a un oculista, en mi trabajo, la vista es muy importante y a la mínima que noto que algo va mal, voy a que me revisen. Mi vista no fallaba, todo estaba perfecto. Así que dejé de preocuparme e incluso llegué a olvidarme de ello. Hasta aquella noche. 
Una tormenta de mil demonios me despertó en medio de la noche, me levanté para comprobar de que mi hija no pasara miedo ya que no le gustan nada los truenos y de paso comprobé que todas las ventanas estuvieran cerradas y no entrara agua en casa. Mi hija por suerte dormía como una piedra, así que cerré la puerta despacito y volví al cuarto. De camino me pareció oír una risa espeluznante que me heló la sangre. La puerta estaba entreabierta y en el momento en el que me asomé al cuarto, me quedé de piedra. Encima del pecho de mi mujer, había una figura, parecía una figura humanoide pero estaba deforme, estaba agachada y no pude distinguir que le hacía a mi mujer. La figura se incorporó, me miró y profirió un grito siseante, sus ojos tenían un color amarillento y brillaban en la oscuridad. De la espalda de la bestia salieron dos alas parecidas a las de un murciélago y la figura salió por la ventana. Me acerqué rápidamente a mi mujer, tenía espasmos y de su cuello caía un poco de sangre. La maldita bestia le había hecho daño, no podía ser algo imaginario. Esa noche no dormí nada.
Pasaban los días y mi mujer se recuperó de las heridas con minuciosos cuidados. Cada día tenía miedo de dejarla sola en casa y salir a trabajar pero ella me aseguraba que estaría bien. Pasó un mes más y la bestia no volvió a aparecer; tampoco vi más sombras extrañas. Solo una cosa me preocupaba, y era el estado de salud de mi mujer. Cada día que pasaba, se la veía más pálida y más débil. La vigilaba constantemente e incluso llamé a un médico amigo mio que trabajó conmigo en el hospital, me hizo el favor de venir y mirar a mi mujer, pero él tampoco detectó ninguna anomalía. 
Para no hacerte largo el cuento, querido lector, mi mujer se fue consumiendo día a día por culpa de una enfermedad extraña, aun aquel día no llegaba a creerme que lo que le pasaba fue producido por aquel monstruo, pero así fue. El síntoma era el cansancio, y para eso, la única cura era el descanso, y mi mujer descansaba todos los días.
Mi mujer nos dejó hace una semana, y el día de hoy mi querida hijita me ha dicho que hay un chico que me sigue a todas partes. Sobra decir que yo no lo veo. No se que hacer, tenemos que salir de esta casa, está definitivamente maldita. Me arrepiento mucho de no haber escuchado a los vecinos, pero ¿quién en su sano juicio se creería semejantes cuentos?. He perdido a mi mujer, no tengo familia a la que acudir y como ocurra conmigo lo mismo que con mi mujer, mi hijita se quedará sola. Tengo miedo de morir..."

Un día más tarde, el propietario de la casa encontró la carta junto a los cadáveres de la niña y del hombre. 

-Será desgraciado, me los iba a comer a los tres y el muy imbécil mata a su hija y se suicida sin dejarme saborear a la pequeña. Cometí el error de dejarme ver. -miró al suelo con asco- Sólo quería chuparos la vida, quería los años que os quedaban nada más. Nadie leerá tu carta, vas a quedar como un padre loco. - le dijo al cadáver mientras quemaba la carta y llamaba a su ayudante para limpiar la casa.
La carta y los inquilinos fueron quemados, solo quedaron cenizas.

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