miércoles, 4 de diciembre de 2019

NUEVAS PORTADAS DE LA SAGA CRÓNICAS LUNARES

¡Hola a todos! El día de hoy os traigo una noticia. Marissa Meyer anunció el día de hoy (3 de diciembre de 2019) en su cuenta de Twitter que la saga de "Las crónicas lunares" (compuesta por: Cinder, Scarlett, Cress y Winter) va a salir con nuevas portadas.



Los libros con las nuevas portadas salen el 4 de febrero de 2020 y estarán disponibles en tapa blanda en Amazon y en tiendas como Barnes & Noble. 

Link a la preventa de Cinder
Link a la preventa de Scarlett
Link a la preventa de Cress
Link a la preventa de Winter

Además para aquellos afortunados que puedan asistir, Marissa Meyer estará de tour por EEUU.




No sabemos si los libros con estas portadas llegarán en español a las tiendas físicas, pero espero que si. En mi humilde opinión, las portadas me gustan más que las anteriores, y si las veo en alguna tienda física por donde vivo, seguramente me tiente a comprarlas pero todo se verá.

Que tengáis un buen día y hasta la próxima.



martes, 15 de octubre de 2019

CENIZAS

"No suelo dejar por escrito lo que vivo, pero escribo esta carta en parte para no volverme loco y en parte para dejar constancia de lo que pasa en esta casa. Solo espero que la persona que lo lea, no crea que me lo estoy inventando, esto es muy real. Pero empecemos por el principio.
Mi familia y yo nos mudamos a esta casa hace cuatro semanas. Después de años en un trabajo que no paraba de chuparme la vida, por fin había encontrado un trabajo que me permitía vivir apartado de las grandes ciudades. Pude encontrar un pueblo pequeño que necesitaba urgentemente un médico y la verdad, ni me lo pensé, acepté de inmediato, ya que tanto mi mujer como yo pensábamos que la vida en un pueblo pequeño, con aire puro y alejado de las multitudes sería mucho mejor para nuestra hija. 
Pudimos encontrar una casa preciosa en las afueras del pueblo, era grande y bien iluminada, tenía dos pisos y para tres personas que éramos, más bien parecía una mansión que una casa. El propietario nos había comentado que las personas del pueblo eran muy supersticiosas y creían que en esa casa había fantasmas o algo así, le quité importancia ya que no creía en esas cosas y no quería que mi hijita creyera que hay algo mal con la casa, no la queríamos asustar. 
El primer día de llegar al pueblo, nos topamos con unas reacciones incluso exageradas, la gente del pueblo nos saludaba con miedo en los ojos, otros incluso llegaron a gritarnos y decirnos que nos fuéramos. Fueron las primeras dos semanas muy duras, pero al final todo pasó, le quitamos importancia, aceptamos las disculpas y ya.
Pasó un mes, el trabajo marchaba bien, mi mujer estaba feliz e incluso nuestra hija hizo una amiga en el pueblo, todo iba sobre ruedas. 
Un buen día, mientras estábamos todos en el salón con nuestras tareas, vi una sombra fugaz pasar cerca de mi mujer, al principio no le di importancia ya que creía que se trataba de un efecto óptico. Pero cuando se repitió unas cuantas veces más, fui a ver a un oculista, en mi trabajo, la vista es muy importante y a la mínima que noto que algo va mal, voy a que me revisen. Mi vista no fallaba, todo estaba perfecto. Así que dejé de preocuparme e incluso llegué a olvidarme de ello. Hasta aquella noche. 
Una tormenta de mil demonios me despertó en medio de la noche, me levanté para comprobar de que mi hija no pasara miedo ya que no le gustan nada los truenos y de paso comprobé que todas las ventanas estuvieran cerradas y no entrara agua en casa. Mi hija por suerte dormía como una piedra, así que cerré la puerta despacito y volví al cuarto. De camino me pareció oír una risa espeluznante que me heló la sangre. La puerta estaba entreabierta y en el momento en el que me asomé al cuarto, me quedé de piedra. Encima del pecho de mi mujer, había una figura, parecía una figura humanoide pero estaba deforme, estaba agachada y no pude distinguir que le hacía a mi mujer. La figura se incorporó, me miró y profirió un grito siseante, sus ojos tenían un color amarillento y brillaban en la oscuridad. De la espalda de la bestia salieron dos alas parecidas a las de un murciélago y la figura salió por la ventana. Me acerqué rápidamente a mi mujer, tenía espasmos y de su cuello caía un poco de sangre. La maldita bestia le había hecho daño, no podía ser algo imaginario. Esa noche no dormí nada.
Pasaban los días y mi mujer se recuperó de las heridas con minuciosos cuidados. Cada día tenía miedo de dejarla sola en casa y salir a trabajar pero ella me aseguraba que estaría bien. Pasó un mes más y la bestia no volvió a aparecer; tampoco vi más sombras extrañas. Solo una cosa me preocupaba, y era el estado de salud de mi mujer. Cada día que pasaba, se la veía más pálida y más débil. La vigilaba constantemente e incluso llamé a un médico amigo mio que trabajó conmigo en el hospital, me hizo el favor de venir y mirar a mi mujer, pero él tampoco detectó ninguna anomalía. 
Para no hacerte largo el cuento, querido lector, mi mujer se fue consumiendo día a día por culpa de una enfermedad extraña, aun aquel día no llegaba a creerme que lo que le pasaba fue producido por aquel monstruo, pero así fue. El síntoma era el cansancio, y para eso, la única cura era el descanso, y mi mujer descansaba todos los días.
Mi mujer nos dejó hace una semana, y el día de hoy mi querida hijita me ha dicho que hay un chico que me sigue a todas partes. Sobra decir que yo no lo veo. No se que hacer, tenemos que salir de esta casa, está definitivamente maldita. Me arrepiento mucho de no haber escuchado a los vecinos, pero ¿quién en su sano juicio se creería semejantes cuentos?. He perdido a mi mujer, no tengo familia a la que acudir y como ocurra conmigo lo mismo que con mi mujer, mi hijita se quedará sola. Tengo miedo de morir..."

Un día más tarde, el propietario de la casa encontró la carta junto a los cadáveres de la niña y del hombre. 

-Será desgraciado, me los iba a comer a los tres y el muy imbécil mata a su hija y se suicida sin dejarme saborear a la pequeña. Cometí el error de dejarme ver. -miró al suelo con asco- Sólo quería chuparos la vida, quería los años que os quedaban nada más. Nadie leerá tu carta, vas a quedar como un padre loco. - le dijo al cadáver mientras quemaba la carta y llamaba a su ayudante para limpiar la casa.
La carta y los inquilinos fueron quemados, solo quedaron cenizas.

lunes, 10 de junio de 2019

UN PIRATA PECULIAR

-Abuela, ¿es verdad que una vez te raptó un pirata? - dijo una de las niñas de la aldea que me llamaban así.
-Si, fue hace mucho tiempo - tres niñas se acercaron entusiasmadas a oír mi historia.
"Era el pirata más malvado del mundo entero. Todos los hombres y mujeres le temían e incluso los demás piratas cambiaban de rumbo cuando veían ondear su bandera en la lejanía. Pero realmente era un incomprendido.
Una noche tras una fuerte discusión con mi querido padre me fui corriendo de casa, corría sin rumbo mientras las lágrimas corrían por mis mejillas. Cuando me cansé de correr me di cuenta de que estaba en la playa, dadas las altas horas de la noche, allí no había nadie. Sólo sentía un aura inquietante a mi alrededor como si la noche pesara sobre mis hombros. En ese momento me desmayé, o eso creo ya que lo siguiente que recuerdo es estar en un barco. Estaba en un camarote. Me levanté con sumo cuidado del camastro, no me sentía mareada ni nada. En el habitáculo no había gran cosa, un camastro, un espejo y una lámpara que colgaba del techo. Entreabrí al puerta, no había nadie así que opté por subir por las escaleras que sospechaba que subían a la cubierta. Una vez ahí, no vi a nadie tampoco, por un momento pensé que estaba soñando.
El sol resplandecía en el cielo y el barco parecía estar anclado en medio de la nada, rodeado de un vasto y precioso océano pero sin nada ni nadie a la vista.
-Por fin despiertas - dijo una voz a mis espaldas.
Me giré sobresaltada y vi a un hombre muy apuesto apoyado en la barandilla. Tenía el pelo negro como el carbón sujeto en una cola de caballo. No llevaba camiseta y su cuerpo estaba bronceado por el sol. Me quedé muda, no sabía lo que decir. En todo el barco no había nadie más aparte de nosotros dos.
-¿No sabes hablar? - me preguntó.
-¿Dónde...
-... estás? Eso no importa. Por lo menos sé que sabes hablar. Te tengo cautiva en mi barco. Te encontré en una costa inconsciente y te traje como recuerdo.
-¿Y por qué no me atas?
-¿Tantas ganas tienes de escapar? Escapa pues, tienes agua alrededor, adelante, se comida para tiburones, ellos te lo agradecerán.
-¿Quién eres? - le pregunté para cambiar de tema.
- Soy el que llaman ''Pirata solitario'', aquel del que cuentan las leyendas tantas cosas tétricas - bajó de la toldilla lentamente acercándose a mi.
No quería mostrar el temor que me inspiraba ese hombre, él y la situación en general.
-Cuentan que maté a toda mi tripulación, que violo mínimo cinco mujeres en cada sitio por el que paso, que mato a sus maridos para dejarlas viudas, que se hacer magia y experimento con gatos callejeros.
Se acercó a menos de un paso de mi y vi enseguida que no tenía mucha pinta de pirata.
-¿Dónde está tu tripulación? - pregunté. Era cierto que corrían ciertos rumores. El pirata solitario, el exterminador, el pirata mágico, Charles Davis el terror de los mares.
-Nunca tuve una tripulación. Anda, ven, estarás hambrienta. 
Me condujo a lo que podría llamarse cocina, me senté en una mesa y me sirvió un plato con algo que parecía más un monstruo marino que a cualquier otra comida conocida. No aguanté más y me puse a reír. El capitán me miró entre asombrado, avergonzado y enfadado.
-Perdona, pero creo que nunca pensaba que me comería un trozo de Kraken.
-Pues apáñate tú ya que tan buena te crees, ahí están los ingredientes.
Dicho eso se dio la vuelta y salió enfadado de ahí. Me levanté y empecé a inspeccionar entre los ingredientes. Encontré toda clase de comida que no se estropeaba tan fácilmente además de algunos vegetales, parecía como si los hubiera adquirido hacía poco. Hice una especie de estofado, llené dos cuencos, fui a la cubierta y le ofrecí un cuenco al capitán. El temor inicial había desaparecido por completo, de hecho, ahora que lo miraba bien de cerca, me parecía ver en sus ojos la tristeza más profunda que vi jamás. Me senté en el suelo y le dije:
-Entonces, cuéntame, por favor, ¿cómo es que me secuestrarte en vez de violarme y matar a mi marido? y ¿qué valor tengo para que me mantengas aún con vida?
-No querría ensuciar la cubierta de mi precioso barco.
Al ver que no me inmutaba, empezó a contar:
-Tenía mi barco anclado cerca de la playa en la que te encontré. Estaba ahí porque tenía que comprar provisiones. Fue una suerte encontrarte esa noche ya que era una de las noches más oscuras que recuerdo. Intenté despertarte pero no había manera, así que te llevé conmigo. Dormiste durante una semana. ¿Qué hacías de noche en esa playa?
-Me fui de casa - fue lo único que fui capaz de decir ya que el recuerdo de mi padre me hizo un nudo en la garganta.
A partir de ahí, comimos en silencio. Cuando acabamos, recogí los cuencos y los llevé a la cocina para lavarlos. Después subí de nuevo a la cubierta, vi como el capitán desplegaba las velas, las ajustaba y hacía todo lo que un pirata hace normalmente, y todo lo hacía él sólo, lógicamente.
-Me llamo Charles por cierto, puedes llamarme así.
-Yo soy Catheleen. ¿Qué haces, nos vamos a algún sitio? ¿Planeas dejarme en casa?
-Ey, ey, calma, demasiadas preguntas para un pirata. Primero, estoy preparando el rumbo, nos vamos que tengo cosas que hacer y no, no te llevo a casa, nunca paso dos veces por el mismo sitio así que puedes olvidarte de volver a tu hogar.
Me sentí triste, jamás volvería a ver a mi padre, pero por otra parte, mi espíritu joven estaba hambriento de emocionantes aventuras. Estuvimos navegando durante semanas, durante ese tiempo me empezó a enseñar a navegar y más cosas que podrían serme útiles para ayudarle. Un día llegamos a una isla bastante pequeña coronada por una gran montaña. De lejos parecía un volcán pero Charles me aseguró de que no lo era.
-¿Cómo lo sabes?, ¿no dijiste que nunca pasas dos veces por un mismo sitio?
-Me pillaste pequeña, es verdad, nunca he pasado dos veces por el mismo sitio, esta será la primera vez.
¿Qué tiene de especial esta isla en concreto?
Volví a ver en sus ojos la inmensa tristeza que vi el día que le conocí, la tristeza que hiela el corazón y te lo parte en dos con la precisión de una espada recién afilada.
-En esta isla asesinaron a mi familia.
El tono con el que lo dijo me heló la sangre y me erizó el cabello de la nuca. En ese momento tuve miedo de preguntar cualquier cosa, parecía como si se fuera a romper de un momento a otro.
-Cuando era pequeño a mi madre, mi hermana y a mi nos secuestraron unos piratas. A mi madre la violaban todas las noches, a mi hermana la tiraron por la borda por ser una carga y a mi me obligaron a hacer trabajos forzados. Un día llegamos a esta isla, aquí escondieron casi todos sus tesoros y se deshicieron de mi madre frente a mis ojos. Ese día me prometí que me vengaría, y cuando crecí, lo hice. Una noche tras una lucha encarnizada con otros piratas, toda la tripulación lo celebró a lo grande y cuando estaban tan borrachos que no veían más allá de la punta de su nariz, cogí el puñal que llevaba consigo el capitán y empecé a asesinar a sangre fría uno a uno a todos los que estaban ahí. Tome venganza por mi familia, pero también me hice famoso como pirata y me quedé con esta maldición de por vida; ahora, aparte de huérfano, soy un pirata asesino.
Se notaba que él no quería ser pirata, eso le molestaba, empecé a sentir mucha pena por él, me sentía triste, Charles se consideraba a sí mismo, y yo, aun a pesar de haberme raptado, veía en él un niño perdido, alguien que no sabe lo que hacer consigo mismo; y volví a ver esa tristeza tan profunda en sus ojos.
-Espérame aquí, no te vayas, volveré con el botín.
No me atrevía a moverme, sentía que si daba un paso, él se iba a romper y que todo esto definitivamente sería un sueño, así que me quedé en el barco y lo esperé, al cabo de un rato, volvió con dos cofres repletos de dinero.
-¿Para qué necesitas todo este dinero?
-Un pirata asesino no puede ganarse la vida honradamente,y como puedes ver, soy real y no vivo del aire. Nos quedaremos en la isla unos días, está llegando una tormenta y es mejor no navegar.
No entendía cómo con el sol y buen tiempo que hacía pudiera llegar una tormenta, pero no dije nada y le hice caso. Bajamos a la isla y le ayudé a improvisar una cabaña, o eso parecía, realmente era muy hábil. Y, en efecto, antes de caer la noche cayó sobre nosotros una lluvia torrencial acompañada de truenos y relámpagos, aun así, nos mantuvimos secos en la cabaña mientras hablábamos de todo. Yo le conté cosas de mi pueblo y él me contó anécdotas de su vida. Fue una noche de lo más agradable. La tormenta duró dos días, fueron dos días muy bonitos a pesar del mal tiempo. En esos días, encontré el amor. En la misma isla en la que Charles perdió parte de su ser, lo recuperó años más tarde. Ese día me prometí que no lo abandonaría."
-Pero, abuela, ¿dónde está él ahora?
No me di cuenta de que mientras hablaba, casi toda la aldea se había acercado a oír mi historia.
Todo a su debido tiempo querida. ¿Por dónde iba? ¡Ah, sí! la isla.
"Dos días más tarde, el buen tiempo volvió y pudimos zarpar en busca de más aventuras. Estuvimos navegando, riendo y queriéndonos durante semanas antes de llegar a otra isla. Si, parece que todo sean islas en este mundo. El día que nos aproximábamos a un pequeño archipiélago, Charles me dejó un catalejo y me dijo que subiera a la cofa a admirar las vistas. La isla tenía un aura muy inquietante, solo de verla, sentí un escalofrío. Bajé y le dije que parecía una isla maléfica.
-Tengo un mal presentimiento Charles - le dije.
-Tranquila, toma, con esto no te pasará nada. - dijo mientras se quitaba el colgante del cuello y me lo ponía a mi.
-¿Qué es?
-Lapislázuli, a mi siempre me da suerte. Te lo regalo, así siempre te acordarás de mi.
Desembarcamos y fuimos a la isla, parecía que Charles supiera exactamente dónde tenía que ir. Nos metimos entre los árboles hacia el centro de la isla, conforme nos íbamos acercando, el aire era más frío, era muy curioso.  Al llegar al centro, encima de un pilar de piedra, había una especie de luz, al acercarnos más vimos que era un cristal. Era azul y brillaba, pero al mismo tiempo, parecía vivo, como un corazón palpitante hecho de piedra. Charles se giró hacia mi y me cogió de las manos.
-Cuida bien del colgante, te protegerá siempre, confío en que sepas volver a tu hogar.
-¿Por qué parece que te estés despidiendo? - le pregunté sintiendo mucho temor.
Sin decir nada más, me dio la espalda, fue hacia el cristal y lo agarró con la mano. Todo Charles empezó a brillar, era precioso con esa luz azul pero en ese momento tuve mucho miedo. Él sólo me miraba y sonreía y por sus mejillas corrían lágrimas. Entonces me dijo:
-Te quiero.
Después de eso, la luz se intensificó más y cuando desapareció y pude ver, no había ni rastro de Charles ni de la piedra. Me asusté, lo empecé a llamar a gritos y lo busqué por toda la isla pero nunca conseguí encontrarlo."
Mientras contaba esto, tenía el colgante agarrado con una mano y luchaba contra el nudo en mi garganta.
-Entonces abuela, ¿dónde está?
-En mi corazón.



martes, 8 de enero de 2019

ADEMIA LA NINFA

Hola a todos, el día de hoy os traigo un cuento que he escrito, espero que os guste.

El día había sido hermoso, pero más hermosa estaba ella cuando apareció entre aquellos árboles. Parecía una diosa griega, era una chica rubia, su pelo largo y suelto ondeaba con la ligera brisa de la noche y la corona de flores que llevaba la hacía aun más bella. El vestido de seda blanco ondeaba de forma que la chica parecía un bello espejismo en son de la naturaleza. Alex se quedó boquiabierto al ver a su novia vestida de esa forma.
-¿Qué, te gusta mi disfraz Alex? - dijo la chica – Lo escogí pensando en ti, como siempre me dices que te gusta la mitología griega – Alicia se ruborizó un poco y dio gracias a que fuera de noche y no se pudieran ver bien.
-Estas deslumbrante Alicia, pareces Afrodita – comentó Alex recuperando la voz. – Ven, quería enseñarte algo.
-¿Qué es? – preguntó Alicia aun sabiendo que no le diría nada.
-Eso no te lo puedo decir, solo te pido que confíes en mí y te dejes llevar, ¿está bien?
-De acuerdo, vamos.
-No tan rápido mi diosa, primero déjame vendarte esos bellos ojos que tienes.
Alicia dio un paso hacia atrás, no le gustaba que le vendaran los ojos, la oscuridad absoluta le abrumaba. “Es Alex, con él no te pasará nada idiota” le susurró una voz en su cabeza.
-Vale, de acuerdo, pero no me sueltes, ¿vale?
-En ningún momento preciosa.
Alex le vendó los ojos con un suave pañuelo con la delicadeza de quien coge a un bebé en brazos por primera vez. La condujo por un sendero serpenteante a través del bosque. Al cabo de unos minutos de caminar en silencio, Alex se paró y le quitó la venda de los ojos, como era de noche, el cambio de luz no dejó ciega a Alicia. Alicia se quedó sin aliento; ante ella había lo que parecía un lago de estrellas. Estaban en una especie de claro en el bosque una extensión de tierra sin árboles. Un estanque de agua reflejaba la inmensidad de las estrellas del cielo y la luna llena le daba un aspecto mágico al lugar. Reinaba el completo silencio, parecía que ni siquiera hubiera grillos en aquel estanque. El tiempo parecía haberse parado, ya ni siquiera soplaba el viento.
-¿Te gusta? – preguntó Alex.
Las palabras sobresaltaron a Alicia. Entre todo aquel silencio, la voz de Alex parecía como un trueno que estalla muy cerca.
-Es precioso, parece un lugar secreto al que venir y que no te descubran.- susurró Alicia.
-Sí, venía aquí a menudo cuando era pequeño y me querían castigar por algo. De hecho, te vas a reír, pero tenía una amiga imaginaria con la que jugaba en este estanque.
-¿En serio? Yo nunca tuve una amiga imaginaria, será porque no tenía imaginación de pequeña.
-O a lo mejor porque no la necesitabas, siempre has sido una niña muy buena, te comportabas bien, no dabas problemas, tenías muchas amigas reales. Yo era el bicho raro de la clase, el gordo gafotas con el que nadie quería llevarse. Por eso me pasaba los recreos en la biblioteca y las tardes jugando con Ademia.
-¿Ademia? – Preguntó Alicia - ¿Tu amiga imaginaria?
-En efecto, así se llamaba, me contaba que hacía mucho tiempo era una ninfa acuática, pero hizo algo muy malo y su padre la expulsó y vino a vivir a este estanque. También me contó que al principio no tenía nombre y que al expulsarla su padre se lo puso, Ademia significa “sin marido”.
-¿Sin marido? Pues vaya nombre más raro. –Comentó Alicia.
-La verdad es que, le puso ese nombre porque la condenó a no conocer nunca el amor de un hombre ni casarse.
-¿Y qué hizo para que la expulsaran?
-Eso nunca me lo dijo, o no me acuerdo. Pero supongo que me lo puedo inventar, al fin y al cabo sólo era mi imaginación, ¿no?
-Es verdad – rió Alicia – Hay veces que cuando me cuentas historias de la mitología griega me las llego a creer, las cuentas muy bien.
-Bueno, no las escribí yo, sólo las repito, eso no tiene mucho mérito, es solo un ejercicio de memoria – rió a su vez Alex.
-Eso no es verdad, si mi profesor de historia la explicara como tu le haría caso y aprobaría.
-Eso me halaga, bueno, ¿vamos a darnos un baño?
-¿Ahora? – Preguntó Alicia – Pero si es de noche.
-Es verano – dijo Alex mientras se quitaba la camiseta.- ¿Vienes conmigo? Te abrazaré para que no pases frío.
-Está bien.
Desde que empezó la secundaria, Alex tenía un cuerpo más desarrollado que la mayoría de adolescentes y a Alicia siempre le llamó la atención. A Alex, Alicia le gustaba desde que tenía memoria, y un año antes, cuando empezaron a salir, él no podía creerse de que fuera real. Tenía a la mejor chica de todo el pueblo y estaba orgulloso de ello. Por su parte, Alicia se dio cuenta de que Alex, aparte de tener un buen cuerpo, era una buena persona, que la cuidaba siempre y ella le cuidaba a él, por supesto. Estaba muy feliz con él.
Alicia se quitó la corona de flores y el vestido dejando al descubierto su pecho; nunca llevaba sujetador porque la incomodaba mucho, además no sentía la necesidad de llevarlo. Se metió poco a poco al estanque con Alex. El agua, aunque fuera de noche, estaba calentita, parecía una piscina climatizada.
-No está muy fría – dijo Alicia sorprendida – Desde fuera parecía más fría.
-Sí, hoy hacía bastante calor para calentar el agua, no es un estanque my grande y se calienta rápido.
Alex cogió aire y se sumergió entero bajo el agua, Alicia no tardó en seguirle. La luz de la luna penetraba la superficie del agua y hacía posible que pudieran verse el uno al otro. El agua del estanque estaba muy nítida y limpia, sin embargo, no se veía ni un pez, ninguna alga, nada, solo el fondo lleno de piedras.
-¿Por qué en este estanque hay piedras en el fondo? – Preguntó Alicia cuando salieron a la superficie.
-Ademia me dijo que las puso ella ahí – rió Alex – Pero la verdadera razón no la conozco, a lo mejor las puso alguien ahí hace mucho tiempo para hacer el estanque más limpio. Sinceramente no tengo ni idea. Mis padres me contaron que el estanque estaba aquí desde siempre, así que no tengo ninguna teoría al respecto. – Alex miró a su alrededor hasta localizar un árbol a su espalda - ¿Ves ese árbol?, es mí árbol.
-¿Y qué tiene ese árbol para que digas que es tuyo?
-Me lo dio Ademia y grabé mi nombre en él.
-¿Y cómo sabes identificar al árbol?
-Porque es el único roble que hay en este claro, si te fijas, lo demás son simples castaños. No sé si lo sabías pero los griegos nombraron al roble, árbol tutelar de Zeus, así mismo el primer templo a Zeus fue un bosque lleno de robles. -¡Anda! Pues no, no lo… Alicia no terminó la frase. Alex, al darse la vuelta no vio a Alicia se le heló la sangre. Se sumergió en el agua pero no pudo ver nada, no había ni rastro de la chica. Volvió a la superficie y ya iba a gritar su nombre cuando frente a él, cerca de la orilla apareció una figura extraña pero a su vez conocida. Tenía forma de mujer y estaba de espaldas a él. -Alicia – llamó pero la muchacha no se volvió. Empezó a nadar hacia la orilla, hacia donde estaba la mujer. 
-Alicia, ¿qué pasó? – preguntó Alex poniéndole la mano en el hombro y dándole la vuelta. Un escalofrío recorrió todo su cuerpo al darse cuenta de que no era Alicia, sino Ademia, la ninfa que fue su amiga imaginaria de la infancia. Alex no podía creer lo que veía, cerró los ojos con fuerza pero al abrirlos nada había cambiado, bueno sí, un detalle que no vio antes, y es que Ademia sostenía algo con una mano. Al fijarse vio que Ademia sostenía por el pelo a Alicia, a Alex se le heló la sangre, parecía inconsciente, cayó de rodillas a su lado, pero al intentar coger a Alicia, Ademia, con una fuerza casi sobrenatural arrojó a Alicia contra un árbol cercano.
-¿No te acuerdas de mí Alex? – Preguntó Ademia con una voz que parecía proceder de las fauces del infierno. 
–Soy yo tu “amiga” imaginaria. ¿En serio que no te acuerdas de mí? Cuando eras pequeño recurrías mucho a mi ayuda, yo te hacía compañía cuando no tenías a nadie y tú, ¿así me lo agradeces? 
–Ademia hablaba pero Alex casi no la escuchaba, estaba aturdido mirando el cuerpo de Alicia, su querida Alicia, que no le había hecho nada a nadie, su cuerpo sin vida yacía al lado del gran árbol y él sólo podía contémplalo. 
-Mira a tu querida chica, muerta, ahora no tiene ningún valor para ti, ahora solo es un cúmulo de huesos y carne, sin alma. Su alma me la quedo yo para poder vivir más tiempo gracias a ella. Pero no te engañes, no la maté yo, la mataste tu trayéndola aquí y despertando mi ira con su presencia. 
-Ella no te hizo nada – habló por fin Alex – No tiene la culpa de nada. Las lágrimas surcaban por sus mejillas, sabía que era inútil llorar pero no podía parar, su querida alma gemela ha muerto y él no pudo hacer nada. Aun de rodillas, hizo acopio de sus fuerzas y arremetió contra la ninfa. Pero ésta, viendo sus intenciones lo agarró por el cuello y lo subió por encima de su cabeza. 
-Oh Alex, has sido un mal chico, ¿tú?, ¿atacándome a mí? Has cometido un error muy grave. Has roto nuestra promesa, ¿qué ya no la recuerdas?, me prometiste que siempre serías mío, que nunca tendrías ninguna mujer, al igual que yo nunca tendría otro hombre. A Alex, que estaba intentando coger aire, le vino a la cabeza la imagen de ese día; el día en el que aun era un niño y a pesar de ello, sentía la soledad. Siempre fue un chico solitario, nunca tuvo amigos, y siempre pensaba que nunca tendría una novia. “Yo nunca tendré a otra mujer que no seas tú” las palabras del pequeño Alex flotaban entre ellos en estos momentos. Ademia soltó a Alex al suelo. 
Él, sin pensarlo dos veces, volvió a arremeter contra la ninfa, pero de repente sintió calor en el vientre. Una de las manos de la ninfa había atravesado su abdomen y la sangre brotaba de la herida. -Como te has portado mal y no has cumplido tu promesa, ahora te quedarás por siempre conmigo. – Dijo la ninfa hundiendo más la mano en el abdomen del chico.- ¿Qué, te duele? A mí también me dolió cuando fui expulsada, a mí también me dolió cuando rompiste tu promesa y apareciste con esta muchacha por aquí – los gritos de Ademia cortaban el silencio como katanas recién afiladas.- Pero sí, ahora te quedarás conmigo cariño, Vas a der un buen chico y seremos por siempre tu y yo. Ademia agarró con su mano libre el pelo del chico y sacando la otra de su vientre, Cortó su cabeza. -Premio número uno, ahora solo falta que tu alma venga a mí. Desde dentro del cuerpo del chico empezó a brillar una pequeña bolita de luz, empezó a danzar por el claro y al final empezó a elevarse. A esta, otra bolita salió del cuerpo de Alicia y ambas, hicieron un hermoso baile en el claro a la luz de la luna antes de ascender y perderse entre las estrellas. 
-¡No! ¡No puede ser! Mis almas – lloró enfurecida la ninfa – Era mío.
-No, no era tuyo. ¿Es que ya no te acuerdas de tu castigo Ademia? – se oyó una voz potente en todo el claro. 
-¿Papá? – preguntó la ninfa - ¿Eres tú? ¿Has venido a por mí? – Preguntó sosteniendo la cabeza de Alex como si fuera un peluche. -¿Has cumplido acaso tu castigo hija infame? – preguntó Zeus, el dios de los dioses del Olimpo apareciendo ante Ademia. 
–Tu castigo eran 10.000 años humanos en la tierra si es que sobrevivías tanto tiempo ninfa corrupta. ¿Ya te has cansado de jugar? -Si papá, quiero volver a casa contigo. 
-No has cumplido tu castigo, aun te quedan muchos más años. Tenías prohibido hablar con humanos y aun así lo dejé estar cuando empezaste a hablar con el niño, pero la noche de hoy cometiste un crimen contra el único ser humano que te trataba bien y no huyó de ti al verte por primera vez. Así nunca encontrarás el camino de vuelta. Y diciendo eso, Zeus desapareció. Ademia sumida en un dolor irresistible volvió al centro del estanque y sosteniendo la cabeza de su amado empezó a llorar. Aun a día de hoy, si te acercas al estanque y aguzas el oído, puedes oír a la ninfa Ademia llorar de dolor.

Entrada destacada

EL SILENCIO DE LOS CORDEROS - THOMAS HARRIS | RESEÑA

¡Hola a todos! El día de hoy os traigo la reseña de El silencio de los corderos  de Thomas Harris. Título: El silencio de los corderos....